dimecres, 16 de maig del 2007

Quinto Horcio Flaco

Quinto Horacio Flaco (65-8 a.C.) nació en Venusia (Apulia), hijo de un liberto que ejercía el cargo de recaudador de impuestos en las subastas. Con gran sacrificio de su familia, recibió una esmerada educación en Roma y más tarde en Grecia, entusiasmándose con la filosofía epicúrea. Se enroló en el ejército de Bruto y combatió en Filipos con el grado de tribuno militar.
Tras la derrota volvió a Roma y compró un puesto de amanuense de los cuestores para poder vivir. Allí empieza a escribir con amargura sus Épodos y Sátiras, trabando amistad con Virgilio, quien lo presentó a Mecenas, al cual le unió una profunda amistad durante toda su vida. No se casó nunca. Se dedicó por completo a su actividad literaria, permitiéndose incluso rechazar el cargo de secretario particular del "princeps", que el propio Augusto le había ofrecido.
1.3.1.- Obra Lírica
No estudiaremos la obra completa de Horacio, por pertenecer parte de ella a otros géneros literarios tratados en diferentes temas. Así pues, baste con mencionar las Sátiras o Sermones y las Epístolas, para pasar al estudio detallado del resto de su producción poética. No en balde él mismo afirmó que no todo lo que había escrito en verso era poesía.
1.3.1.1.- Épodos
Llamados por Horacio Iambi, fueron escritos en el intermedio de las batallas de Filipos (42 a.C.) y Accio (31 a.C.), es decir, contemporáneos de los Sermones e inmediatamente anteriores a las Odas. Están a media distancia entre la poesía satírica y lírica y con ellos Horacio aspiró a convertirse en el Arquíloco romano. Efectivamente, adopta la estrofa yámbica, mezclándola con otros ritmos y fijando desde aquí las reglas de la métrica latina. Reúne aquí 17 poemas cortos, de tono violento y agresivo sobre temas muy diversos: junto a las deprecaciones contra las guerras civiles, aparecen las invectivas contra personas de la vida pública o privada, contra sus enemigos literarios o contra mujeres perversas... No obstante, también hay un poema de tema bucólico, el conocidísimo Beatus Ille, en el que canta la vida del campo frente a las complicaciones de la vida urbana.
1.3.1.2.- Odas (CARMINA)
Escritas entre el 30 y el 20 a.C., se trata de composiciones líricas agrupadas en cuatro libros, con las que intenta crear una poesía lírica que rivalice con la griega; naturalmente utiliza temas y metros líricos griegos, estrofas eólicas sobre todo. En los primeros libros de Odas, Horacio apoya las intenciones morales y religiosas de Augusto, incluyendo una temática muy variada:
· Temas político-nacionales, centrados en el valor educativo de la guerra y en la predicación de la vida serena y la aurea mediocritas, como medio de freno para las ambiciones y ansia de novedades provocadas por la guerra civil. Igualmente habla del sometimiento de los pueblos bárbaros para garantizar la paz de Roma y dedica también poemas de alabanza a Augusto. Tanto gustaron al "princeps" estos cantos, entre los que se encuentran las llamadas Odas Nacionales, que pidió a Horacio que compusiera un himno para los Juegos Seculares del 17 a.C. (destinados a conmemorar la paz definitiva en Oriente, tras el sometimiento de los Parthos), al que se denominó Carmen Saeculare.
· Temas religiosos, donde Horacio usa a los dioses como un mero artificio literario.
· Temas de ética y moral, donde se pueden incluir también alguno de tipo erótico y otros de tipo profano (la alegría de los banquetes, la tranquilidad de la vida del campo, amores propios y ajenos...), pero donde fundamentalmente se deja ver la influencia de la filosofía epicúrea que Horacio profesaba, en clara contradicción con su carácter típicamente romano: se ha de vivir el presente, disfrutando de la vida ("carpe diem"), pero de una manera sensata, con calma y tranquilidad, evitando el ansia de riqueza y las esperanzas infundadas, que fueron, según él, las causantes de la crisis romana. En el fondo Horacio entiende el deber por encima de los placeres del alma.
Por otro lado, en el libro IV de las Odas Horacio se nos presenta de forma diferente a los anteriores: es un libro más personal e íntimo, como el apogeo del hombre, ya anciano, que ve pasar su vida y agudiza sus sentimientos; ante la tristeza de la muerte busca la inmortalidad que puede conferirle la poesía y, como tal instrumento de recuerdo, la alaba. Aquí desaparece el anonimato y se confiesa abiertamente sin seudónimos.
En realidad toda la lírica de Horacio, en sus aspectos más elevados, no es otra cosa que una meditación en torno a la muerte: ésta es el hilo conductor de su mundo. Pero su pesimismo no es absoluto, como lo demuestra su evolución fatigosa desde el epicureísmo al estoicismo, manifestada en su producción lírica donde supo aunar los aspectos ambiguos de la vida humana.
Por otra parte, la posición señera de Horacio como uno de los mayores poetas latinos se basa en la perfección formal que muestra su poesía y en la profundidad y detalle de su propio retrato: aparece como uno de los hombres más agradables, urbanos, graciosos, tolerantes, observadores, amantes de las cosas buenas de la vida y de su país que podamos imaginar.
Precisamente esta capacidad de observación lo aleja definitivamente, en un tema tan común en la lírica como el amoroso, de Catulo y, sobre todo, de los elegíacos Tibulo y Propercio. En Horacio las pasiones son contempladas con un espíritu de observación casi objetivo como si el autor no estuviera implicado en ellas: ante la belleza de Cloe, no ejercita el sentimiento, sino la fantasía.
Muestras fundamentales de su producción lírica y reflejo de sus preocupaciones vitales permanentes son las siguientes Odas: "Tu ne quaesieris, scire nefas..." (I,11) "Rectius vivis, Licini,... (II,10) "exegi monumentum aere perennius..." (III,30) "Diffugere nives, redeunt iam gramina campis..." (IV, 7)

1.3.2.- Cuestiones estilísticas y Pervivencia
El mismo Horacio manifiesta sus gustos literarios en la Epistula ad Pisones, verdadero tratado de preceptiva literaria, denominado también Ars Poética. Pueden resumirse en las siguientes características:
· Plasticidad: consiste esta cualidad en dar forma, relieve y límites a lo que se está escribiendo. Horacio es insuperable en la descripción tanto de motivos de la naturaleza, como de sus ideas y sentimientos, personificándolos si es necesario por medio de divinidades alegóricas: intenta llegar al entendimiento a través de los sentidos.
· Sentido del equilibrio: intenta llevar a la literatura la idea epicúrea de la moderación que cultivó durante toda su vida. Insiste en la importancia del orden y combinación de las palabras como principio fundamental del lenguaje poético. La "callida iunctura", como definición del estilo de Horacio, se ha convertido en frase proverbial: la acertada e inteligente combinación del acervo lingüístico cotidiano para lograr un efecto nuevo.
· Sentido de la perfección: es la cualidad más acusada y característica, aunque pueda hacerle perder a veces sentimiento y espontaneidad. Horacio utiliza en todo momento la palabra o construcción exacta, trabaja una y otra vez los versos hasta dejarlos perfectos; la estructura de sus composiciones es armónica y rigurosa, todo en consonancia con la alta misión social que el poeta se atribuye, de ser educador e intérprete de los sentimientos de la sociedad.
Para terminar podemos decir que los temas y formas usados por Horacio no constituyen una innovación en sí dentro de la lírica romana, pues ya se tenía el precedente de Catulo. Pero lo que sí supone una aportación original es su estilo dialéctico en que la tradición romana arcaica se sintetiza con las nuevas tendencias alejandrinas de su época, apoyándose en los líricos griegos antiguos y recreándolos, frente a los "Poetae Novi" que siguieron los modelos helenísticos. Horacio supera todo lo anterior partiendo de unos elementos conocidos. Tuvo un grupo de sucesores que imitaron sus formas líricas, aunque luego en la Edad Media sus Odas no fueron leídas. En el Renacimiento cobraron de nuevo una gran aceptación, así como en el siglo XVIII, cuando la filosofía de moderación preconizada por Horacio asumió un papel preponderante.